viernes, 11 de marzo de 2011

Cultura y más cultura para profundizar la revolución


Baleryns López

Vamos a seguir una vez más con la reiterada y repetitiva cantaleta de los benditos 11 años (benditos esencialmente para los que mercadean con la cultura) en que se adeuda la Ley Orgánica de Cultura por parte del proceso revolucionario, a las y los trabajadores culturales del país. Como si no bastarán los 5 años en que la Sub Comisión de Cultura de nuestra Asamblea Nacional estuviera en manos de un reconocido Adeco como Cristóbal Jiménez haciéndose pasar por revolucionario, quien además de una larga trayectoria en el mencionado partido, le dedicó con todo amor y afecto un disco completo al bien difunto Carlos Andrés Pérez, disco llamado “Canto a la eficiencia social”; de ahí el criterio de eficiencia que manejaba el hasta entonces diputado. 

Y es que supuestamente esta era una Asamblea Nacional roja rojita, que de lo que careció fue precisamente del impulso transformador necesario para profundizar la revolución con las leyes que le reclamaba el pueblo soberano, como las del sistema de seguridad social, trabajo, vivienda, cultura y educación está ultima aprobada por mandato presidencial.

Como si no bastarán todos los atropellos, arrecheras, abusos y descréditos a las y los trabajadores culturales por luchar por la elaboración de un proyecto de Ley Orgánica de Cultura de parte de supuestos revolucionarios en la AN, ahora tenemos que calarnos la humillación de las y los diputados que elegimos del PSUV de dejarnos una vez más por fuera y entregarnos en bandeja de plata a la derecha más fascista, recalcitrante y lacaya del país; nos han dejado en manos del agente “periodístico” de la CIA Miguel Ángel Rodríguez, alias “Granielito”.

¿Cómo más allá de la impotencia y las ganas de escribir un montón de reiterados improperios, groserías y mentadas de… elevamos el análisis político? No tengo la más remota idea, vamos a ver:
- Los seres humanos nos diferenciamos de los animales porque podemos acumular experiencia y transmitirla a las siguientes generaciones a través del lenguaje, la escritura, etc… Tenemos una concepción histórica de nuestros procesos sociales y ésto debería llevarnos a la superación de las formas organizativas de producción y de relaciones sociales que nos preceden. ¿Qué hemos aprendido en este proceso de las experiencias e intentos de socialismo anteriores y de estos 11 años? Veamos a nuestro alrededor, veamos las contradicciones presentes en nuestros niveles de consumo, en qué consumimos, que queremos ser, cuáles son nuestras necesidades sujetivas y cuáles son las que desde el estado impulsamos o permitimos que sigan instaurando en el imaginario colectivo.

Veremos que estas son en su mayoría tergiversaciones y degradaciones de los principios éticos y morales que deseamos se concreten en vías al socialismo, en dos platos: no puede ser que le metamos en los actos culturales gubernamentales Coca-cola, reguetón y juguetes de plástico a las y los chamos, que nuestras concejalas, alcaldesas y militantes de base se pinten el cabello, se operen las tetas, se pongan implantes en las nalgas, botox… que permitamos además que en los medios de comunicación se impulsen estas atrocidades y que dejemos que menores de edad se coloquen implantes, que salgan embarazadas a los 13 ò 14 años, que se siga con discriminaciones de género, de orientación sexual o de identidad de género, que en las unidades educativas se promuevan músicas y bailes obscenos que atentan contra la dignidad humana, no podemos impulsar la idea de que cada quien tenga un carro, no podemos permitir que el sueño se nos vaya de las manos y se instaure el “Sueño Americano” de dinero, mujeres, casas, hijos y acumulación de riquezas en la mente de nuestr@s ciudadan@s.

Se cree más allá de nuestra experiencia y de las anteriores, que con tan sólo un cambio en la estructura económica de la sociedad se debe cambiar automáticamente, así con un chasquear de dedos, la conciencia del pueblo. Al modificar y mejorar las condiciones de producción y de la distribución de sus excedentes, conseguimos mayor bienestar social en tanto que se tiene para vestir y comer, en el más humilde de los casos. La cuestión es qué pasa con el que tiene para más, en qué invierte estos recursos económicos que provienen del esfuerzo del proceso revolucionario, qué hacen con su tiempo libre.

En diciembre había alrededor de 130.000 damnificados por las lluvias y vi a montones de personas comprando a manos llenas en Sabana Grande y en el centro de Caracas, eran multitudes impresionantes: Yo me pregunto: ¿cuántas de esas bolsas fueron donadas a los refugios? O funcionari@s que provienen de los estratos más humildes de la sociedad que al acceder a recursos económicos se compran es rolo e camioneta y se jartan del whisky más caro ostentando su nuevo “estatus” social; o camaradas que al llegar a cargos públicos son corrompidos por el sistema de forma casi inmediata y los no corrompibles son neutralizados en sus funciones o execrados del trabajo en las instituciones y de la vida política.

Hemos mejorado en mucho las condiciones económicas y sociales, eso es innegable, pero no es suficiente si queremos profundizar el proceso revolucionario y si queremos además que tenga el tiempo de vida suficiente para lograr los objetivos trazados. Después de 10 años de revolución apenas en el año 2009 fue que aprobamos una nueva Ley Orgánica de Educación y a finales del año pasado un proyecto de Ley de Educación Universitaria que discutiremos ahora a nivel nacional.

Lo cierto es que en todo este tiempo y en otros muchos años más, si no nos ponemos las pilas, seguiremos estudiando con el mismo sistema academicista y excluyente de educación, con los mismos libros y profesores de siempre. Me pregunto para qué impulsamos la formación de tantos doctores si la verdadera enfermedad de la sociedad no es atacada, para qué tenemos la imprenta que tenemos si lo que reproducimos en ella no es lo que necesitamos, necesitamos más profesores revolucionarios y libros que visualicen nuestros procesos sociales de forma real, que expresen la verdadera historia y el conocimiento de nuestro pueblo.

La enfermedad que tiene paralizada a nivel cualitativo la revolución es la enfermedad cuantitativa, la de los números y el poder económico. La vimos una vez más reflejada en la decisión de la Asamblea Nacional cuando al escoger y distribuir las comisiones de trabajo, tomaron para nosotros todas las que tienen que ver con los recursos minerales y económicos, no las que tienen que ver con los cambios sujetivos que necesitamos. Seguimos creyendo que el cambio es a nivel económico, por eso la educación y la cultura han ocupado el último lugar de nuestras prioridades. En la educación esperamos avanzar en los años venideros, pero en lo cultural estaremos estancados ahora más que nunca.

La cultura es lo último de la fila cuando debería estar colocada en la primera, si estamos en revolución. La revolución es cultural, la revolución se hace con los hombres y mujeres, no con números; la revolución si es verdadera nace del espíritu y para el espíritu de los pueblos. Y es en lo cultural donde se encuentran nuestros valores, los principios, los conocimientos, la historia y la resistencia de los pueblos. No olvidemos que la cultura es todo aquello que contribuye al enriquecimiento el espíritu humano.

¿Cómo vamos a luchar en esta guerra de cuarta generación, cómo lucharemos contra la ideología capitalista, el consumismo, la televisión y la alienación si no es a través de nuestra cultura? No lucharemos contra el capital con más capital, se puede pero no alcanza; iremos directo al fracaso como en el socialismo soviético y su capitalismo de estado. Es tal la concepción burguesa de lo cultural que los programas de formación que impulsamos tienen que ver con la música clásica, en la cual desprecian en su mayoría a la música tradicional y urbana; y los otros programas de formación más amplios los imparten camaradas que no provienen de nuestro pueblo y que por tanto lo que están haciendo es destrozar lo que por siglos hemos cuidado, sólo nuestro pueblo es depositario del conocimiento de su cultura y es sólo éste quien puede y debe transmitirla; esto ya lo ha hecho y lo sigue haciendo resistiendo a todo tipo de embates y persecuciones religiosas, económicas y políticas a lo largo de la historia.

Sigamos analizando, en toda la historia del Ministerio de Cultura, desde su creación no ha pasado a dirigir esta institución ni un sólo cultor o cultora; han pasado arquitectos, veterinarios… pero ninguno que provenga de la cultura del pueblo, eso es algo que se siente, ese es un sentir que viene desde la tierra, se mete por los pies, late en el pecho, llora y grita. Los que han pasado son burgueses y por esto sus políticas son burguesas pues no le abren la participación real al pueblo en el diseño y ejecución de las políticas culturales a seguir, ni lo harán. 

Ésto va a continuar así mientras no contemos con una Ley Orgánica de Cultura que provenga de una discusión nacional con las y los cultores, con las y los trabajadores culturales, con todo el pueblo en general. Y lo que es peor, el proceso revolucionario seguirá estancado mientras no valore la sabiduría del pueblo contenida en lo cultural como eje fundamental para la transformación de la sociedad y de la conciencia.
A la nueva directiva de la Comisión de Cultura de la AN queremos que dejarle bien claro que no permitiremos que aprueben una L.O.C. sin la participación protagónica del pueblo y que no declinaremos en nuestras expectativas y reivindicaciones, que seguiremos en pie de lucha y resistiendo como lo hemos venido haciendo durante años.

Esperamos de las y los diputados del PSUV y del Polo Patriótico en la Asamblea Nacional la mayor apertura a estas críticas y la mayor solidaridad. Creemos que juntos aún podemos superar los errores cometidos y dar la batalla dentro del hemiciclo a pesar de que la Comisión de Cultura la dejaron en manos de la derecha; les hacemos un llamado para aprovechar la apertura de la discusión nacional de la Ley de Educación Universitaria para discutir las leyes que el pueblo reclama como la Ley Orgánica de Trabajo, la de Seguridad Social y la de Cultura. Es un llamado también al pueblo a seguir en la lucha y tomar los espacios que por derecho nos corresponden como pueblo legislador y ejerzamos, con propuestas y organización, la presión suficiente para que se abran estos espacios a la verdadera participación popular en beneficio del pueblo y la Revolución Bolivariana.

Enero 2011
http://www.aporrea.org/ideologia/a116582.html

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