miércoles, 12 de agosto de 2020

Mago mariposa

 Una noche caminando por el bosque escuché un grito de auxilio. Perdida en la penumbra no hallaba la fuente de origen, desesperada buscaba por doquier. Fui al último lugar imposible y allí fue que lo halle. 


Flotando en el pozo septico un sombrero de copa, en su interior una voz solloza. Aún se le veía una pequeña escarcha de luna brillando.


Lo tome y lo abrigue, poco a poco le fui quitando el estiércol con chispas de luz de cocuyos. Lo alimenté con gotas de sangre, lágrimas y fluidos. 


Cada poema, cada danza, cada sueño lo vertía en el. 


Él mago del tamaño de un nomo fue creciendo y creciendo con cada plenilunio. Hasta hacerse un hombre de nuevo. 


La noche que creció por completo le dí un canto de sirena y la última gota de sangre, él renacido voló envuelto en polvo de estrellas, partió sin despedirse, dejándome seca en el mismo bosque y en el mismo foso. 


Gota a gota, vida por vida, sin arrepentimientos, valió la pena morir para que la magia no muera.


B.L

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